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Herpes Zóster

El herpes zóster es una enfermedad infecciosa causada por el mismo virus de la varicela, que puede reactivarse durante la edad adulta manifestándose principalmente en forma de ampollas rojas en la piel. Esta enfermedad, conocida popularmente como «culebrilla», sólo afecta a las personas que ya han tenido varicela. El herpes zóster es contagioso para aquellas personas que nunca han tenido varicela o que no han sido vacunadas, sin embargo, en caso de contagiarse será de varicela.

 

Síntomas

  • Dolor, picazón, hormigueo o quemazón en la región afectada; generalmente intenso.
  • Fiebre entre 37 y 38ºC.
  • Malestar general.
  • Dolor en el abdomen: puede aparecer dos o tres días antes de que broten las ampollas.
  • Dolor de cabeza.
  • A veces pueden aparecer úlceras en la región de los genitales.
  • Hinchazón de los ganglios linfáticos

Después de aproximadamente 2 a 4 días surgen los síntomas típicos del herpes zóster activo, que incluyen el surgimiento de ampollas y enrojecimiento. En general, las ampollas alcanzan sólo un lado del cuerpo, pues acompañan la localización de algún nervio en el cuerpo, recorriendo su longitud y formando un camino de ampollas y heridas. A las dos o tres semanas de su aparición, éstas se suelen romper y formar pequeñas costras en la zona afectada.

La zona donde aparecen estos signos de forma más habitual es por la región de la espalda, el abdomen y el tórax, aunque también pueden aparecer en los ojos, la cara, la boca y las orejas.

Diagnóstico

Para valorar correctamente la presencia de este virus, el médico realiza una evaluación clínica de los signos y síntomas del paciente, además de la observación de los sarpullidos y ampollas en la piel.

Sin embargo, si desea confirmar la sospecha, el médico también puede solicitar un examen de biopsia de las lesiones en la piel o, más raramente, un examen de sangre para identificar la presencia del virus en el cuerpo.

Causas

Cuando una persona contrae la varicela, el virus se queda latente en el cuerpo y puede reactivarse años después en los nervios periféricos, en algún período en que el sistema inmune está más débil, ocasionando la aparición del llamado herpes zóster.

Las personas que tienen mayor riesgo de desarrollar herpes zóster son aquellas con:

  • Más de 60 años, debido a que el cuerpo tiene menos defensas.
  • Enfermedades que debilitan el sistema inmune, como SIDA y lupus.
  • Tratamiento de quimioterapia.
  • Uso prolongado de corticoides.
  • Exceso de estrés o que se están recuperando de alguna enfermedad como una gripe fuerte o de dengue, ya que el sistema inmunológico está debilitado en estas situaciones.

Tratamiento

El tratamiento para herpes zóster se hace con la utilización de medicamentos antivirales como Aciclovir, para disminuir la multiplicación del virus, disminuyendo así las ampollas, la duración e intensidad de la enfermedad. También puede ser necesario el uso de analgésicos para aliviar el dolor causado por las burbujas y controlar el aumento de la temperatura corporal.

Además de esto, se debe tener algunos cuidados como:

  • Lavar diariamente la región afectada con agua tibia y jabón neutro sin frotarlo, secando bien para evitar la proliferación de bacterias en la piel.
  • Mantener reposo durante el tiempo que recomiende el médico y aplicar baños calmantes.
  • Utilizar ropa cómoda, poco apretada y de algodón para permitir que la piel respire.
  • Colocar una compresa fría de manzanilla sobre la región afectada para aliviar la picazón.
  • No aplicar pomadas o cremas sobre las ampollas, evitando que la piel se irrite.

Es importante recordar que para ser más eficaz, el tratamiento debe iniciarse tan pronto como surgen las lesiones en la piel.

Complicaciones

La neuralgia post-herpética es la complicación más común del herpes zóster. Es la continuación del dolor durante varias semanas o meses después de la desaparición de las ampollas en la piel. Esta complicación es más frecuente en personas de más de 60 años, y se caracteriza por un dolor más intenso que en el período en que las heridas están activas, dejando a la persona encamada y sin capacidad para continuar sus actividades normales.

Si el virus de la varicela zóster afecta a algún nervio situado en la cara puede provocar dificultades para mover los músculos faciales y oculares, además de caída involuntaria de los párpados, problemas de visión y deterioro en el sentido del gusto.

Otros problemas más raros que el herpes zóster puede causar, dependiendo del lugar afectado, son neumonía, problemas de audición, ceguera o inflamación en el cerebro, por ejemplo. Sólo en casos raros, generalmente en las personas mayores y con el sistema inmunológico muy debilitado, esta enfermedad puede llevar a la muerte.

Vacuna

La vacuna para el herpes zóster es la única forma eficiente de evitar esta enfermedad y sus complicaciones. La vacuna es recomendada para adultos mayores de 50 años. Lo ideal es que esta vacuna sea recomendada por el médico, ya que no está indicada para mujeres embarazadas y personas que toman corticoides o que tienen el sistema inmunológico debilitado.

Esta vacuna está disponible en las farmacias españolas desde octubre del 2014 y se comercializa como “Zostavax”. Se administra en una única dosis con el objetivo de prevenir una enfermedad de la que en España se producen cada año cerca de 190.000 casos anuales, de los cuales casi un 15 por ciento acaban desarrollando neuralgia.

 

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