Alergias e intolerancias alimentarias

En los últimos quince años se han duplicado los casos de alergias e intolerancias alimentarias a nivel mundial. No debemos confundir estos dos términos, ya que no se trata de lo mismo, si bien en ambos casos la primera medida a tomar es retirar de la dieta los alimentos a los que el organismo está reaccionando negativamente.

La gran diferencia es que la alergia alimentaria activa el sistema inmunológico y la respuesta adversa ante el alérgeno es inmediata y se da de forma muy clara y definida; en cambio en la intolerancia afecta al metabolismo y la reacción es menor  y más tardía, lo que lleva a tener  síntomas o enfermedades crónicas al no relacionarse las manifestaciones con los alimentos ingeridos varias horas antes o regularmente, por lo que la salud se va deteriorando progresivamente al seguir incluyendo en la dieta los alimentos que nos afectan.

Alergias

La mayoría de las reacciones alérgicas a los alimentos son, afortunadamente, relativamente leves: cutáneas (urticaria, prurito, dermatitis), digestivas (náuseas, vómitos, cólicos, diarreas), respiratorias (rinitis, asma, tos)

Aunque en algunos casos, menos frecuentes, pueden producirse reacciones graves que de no tratarse inmediatamente pueden llegar al shock anafiláctico, con parada cardiaca.

Las alergias más habituales son a leche, huevos, frutos secos, frutas exóticas, fresas y melocotones, pescados y mariscos.

Debemos subrayar que los medicamentos no curan esta afección pero pueden tratar los síntomas mejorando la calidad de vida del paciente alérgico y las situaciones de emergencia. Para ello pueden sernos de gran utilidad, siempre bajo supervisión médica, los antiinflamatorios, broncodilatadores, antihistamínicos,  e incluso la auto-inyección de adrenalina en caso de anafilaxias.

Intolerancias

En el caso de las intolerancias, los síntomas son muy variados y pueden producir afecciones gastrointestinales, dermatológicas, respiratorias, neurológicas e incluso psicológicas.

Las dos principales intolerancias son:

– Intolerancia a la lactosa: La persona intolerante a la lactosa (azúcar de la leche) produce poca o ninguna cantidad de la enzima lactasa, lo que impide metabolizar y digerir la lactosa produciéndole un cuadro clínico gastrointestinal.

– Intolerancia al gluten (o enfermedad celíaca): La persona intolerante al gluten, llamada “celíaca”, sufre especialmente una lesión severa en la mucosa del intestino delgado por una inadecuada absorción del gluten (proteína presente en cereales como trigo, centeno, cebada y avena).

En la intolerancia a la lactosa puede ser suficiente con limitar el tamaño de las raciones que se consumen del alimento en cuestión, para evitar los síntomas. También encontramos complementos dietéticos a base de lactasa que, ingeridos junto con alimentos que contienen lactosa, permiten metabolizarlos adecuadamente y no sufrir los efectos de la intolerancia.

Una gran cantidad de medicamentos contiene lactosa como excipiente, es decir, como ingrediente “secundario” necesario para poder elaborar el medicamento. Sin embargo, esta cantidad no es tan significativa como para suponer un problema en este sentido. Consulta con tu farmacéutico para más información o en caso de que sea necesario, en tu caso particular, buscar una presentación con otro excipiente.

En el caso de las personas celíacas se debe excluir totalmente el gluten de la dieta, lo que supone una vigilancia continua para evitar la exposición, ya que se haya presente en gran cantidad de alimentos procesados existentes en el mercado, por lo que se recomienda, ante la duda, elegir alimentos cuya etiqueta especifique “sin gluten” o “apto para celíacos”.

De nuevo, para cualquier duda puedes acercarte a tu farmacia y consultarle a tu farmacéutica de confianza por estos temas.

Aquí en la farmacia El Pilar estaremos encantadas de atenderte.

Bibliografía:

http://www.elika.eus

http://sevilla.abc.es